Presentación

Este blog pretende ofrecer una historia muy sucinta de Alemania y Austria, pero sobre todo del primer país, y centrada sobre todo en los dos últimos siglos, desde la invasión napoleónica.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Borrador - Precedentes del nazismo

No pongo tags (etiquetas) en su lugar porque son muchas las que debía poner y p'refiero usar este lugar para escribirlas todas. Esas serían:


  1. nacionalismo alemán
  2. antisemitismo
  3. antieslavismo
  4. germanismo
  5. imperialismo alemán
  6. lebensraum (espacio vital)
  7. antisocialismo (antisocialdemocracia)
  8. democracia limitada
  9. democracia censitaria
Hermann Ahlwardt (21-12-1846/16-04-1914), director de una escuela primaria a fines de 1889, robó el dinero que se había reunido para celebrar la fiesta de Navidad de ese año. Nacido en el seno de una familia pobre de Pomerania, sus ingresos modestos propios de su cargo le condenaban a una vida, sino pobre, si austera. A consecuencia de su acto, fue expulsado del sistema educativo con lo que sus ingresos se redujeron a cero. No se le ocurrió otra cosa que culpar de sus desgracias y de las desgracias de la mayoría de alemanes a los prestamistas judíos.
Sin duda Hermann no fue muy original; Shakespeare había escrito casi tres siglos antes la obra El mercader de Venecia. En ella, Shylock, un prestamista judío, accede a prestar 3.000 ducados a un cristiano con enormes intereses, pero con la condición de que si no se le devuelve el dinero con sus intereses a la fecha fijada, el prestatario deberá entregar una libra de su propia carne a Shylock de la parte del cuerpo que este desee.
En 1892 Hermann acuso al fabricante judío de origen francés y a su empresa Ludwig Loewe & Co de una conspiración franco-judía para vender rifles defectuosos al ejército alemán. Incluyó a Francia en esta supuesta y falsa conspiración a pesar de que Loewe era tan alemán como él. Fue sentenciado a cinco meses de encarcelamiento pero la sentencia no fue llevada a cabo porque en ese tiempo fue elegido diputado.
Hermann escribió varias obras, que obtuvieron cierta repercusión, no mucha pero la suficiente como para darle la suficiente notoriedad como para ser elegido diputado al Reichstag, el Parlamento del Reich, con lo que acabaron sus problemas económicos, tal como hemos dicho en el párrafo anterior.

domingo, 10 de mayo de 2015

Enlaces sobre Alemania


  1. Hemeroteca de El País sobre Alemania
  2. Hemeroteca de El País sobre Merkel
  3. Hemeroteca de El País sobre Hitler
  4. Hemeroteca de El País sobre la Segunda Guerra Mundial
  5. Hemeroteca de El País sobre Historia Contemporánea

viernes, 30 de enero de 2015

Batalla de los Vosgos

La Batalla de los Vosgos sucedió en el marco de la Guerra de las Galias. Tras vencer a los helvecios Julio César, al mando de seis legiones, se enfrentó a los suevos bajo el liderazgo de Ariovisto en el año 58 a. C. Esta batalla fue la tercera en importancia de la Guerra de las Galias. Los suevos cruzaron el Rin (es decir, a la Galia) buscando un lugar donde establecerse. Todavía no había empezado la principal rebelión gala, que se dio el año 52 a. C.

Antes de la batalla César y Ariovisto negociaron, pero la caballería sueva lanzó piedras contra la romana. César rompió las negociaciones pero dio instrucciones a sus hombres para que no tomaran represalias para que los suevos no contaran después que fueron engañados y llevados a una trampa por los romanos.

César estableció sus tropas en el pueblo de Besoncio (hoy Besanzón) entres líneas. Al empezar la batalla, los considerados por Roma germanos formaron delante de sus carromatos donde estaban sus familias, lo que les impedía la retirada. Al observar que la izquierda germana era más débil, César concentró sus tropas allí. Tras el choque inicial, los suevos aguantaron el empuje romano, pero la reserva al mando de Publio Craso atacó por el otro flanco con un movimiento de pinza y los hizo retroceder hasta atraparlos contra sus carromatos, por lo que fueron masacrados. Los supervivientes escaparon cruzando el Rin perseguidos por los romanos.

Batalla de Idistaviso


[El campo de Idistavisus, alrededor de 1895]

La Batalla de Idistaviso (año 16), también llamada Batalla del Río Wesser (o de Minden) fue, de algún modo, una venganza por la derrota de la Batalla del Bosque de Teotoburgo. Tras conocer la victoria, el pueblo romano lo celebró como una venganza realizada y, además, tras esta batalla, las legiones romanas se retiraron al oeste del Rin y nunca más intentaron conquistar la Germania transrenana o Germania Magna.

La localización de la batalla nunca se ha podido determinar. Las fuentes romanas la situan en un lugar llamado Idistaviso (los Anales de Tácito), pero lo único cierto conocido es que se encuentra en la orilla derecha del río Wesser, entre las ciudades de Minden y Hamelin, en la Alemania actual.

Las tribus germánicas solían evitar los combates a gran escala, pero mediante continuas incursiones romanas bien en el interior del territorio germánico, Germánico obligó a Arminio a enfrentársele al frente de una gran pero poco cohesionada coalición. Arminio ocultó parte de sus tropas en un bosque cercano para rodear por detrás a las legiones romanas, pero Germánico intuyó la maniobra y retrasó aún más su caballería, ocultándola en otro bosque, para atacar por detrás a esas tropas germánicas.

Aunque el número de tropas de uno y otro bando estaba muy igualado, la batalla supuso unas pérdidas mayores para los germánicos que para los bárbaros.

Después de la víctoria, Germánico volvió con sus tropas al Rin para pasar el invierno. Tiberio dio por terminadas las costosas campañas militares contra los germánicos. Arminio huyó de la batalla (dicen que manchando su cara con sangre para no ser reconocido) pero al año siguiente fue asesinado por otros jefes germánicos rivales.

viernes, 23 de enero de 2015

Los germanos

[En la imagen, mapa del Imperio Romano y de la Germania Magna a principios del siglo II y la localización de algunas tribus descrita por Tácito en Germania]

Los pueblos germánicos (también llamados teutónicos, suevos o góticos en la literatura antigua) son un pueblo etno-linguístico indoeuropeo proveniente del Norte de Europa, identificado por su uso de las lenguas germánicas, que se diferenciaron durante la Era del Hierro Romana del proto-germánico, una rama de la familia linguística indoeuropea (del proto-indoeuropeo). Esto significa que los pueblos germánicos se identifican más por el uso de la lengua que por la genética, ya que en sus migraciones hacia el sur, el este y el oeste durante el siglo I a. C., mezclaron sus genes con los pueblos prexistentes. De hecho se mezclaron con los galo-romanos, los hispano-romanos y los celtas. Muchos de estos pueblos ya se habían mezclado previamente con los pueblos primitivos preexistentes.

El adjetivo "germánico" tuvo su origen en los tiempos clásicos, cuando los autores romanos usaban esta palabra para denominar un grupo de pueblos determinados. Para ellos, el término no estaba referido al lenguaje, sino que lo usaban para denominar a un grupo de grupos tribales considerados menos civilizados y más fuertes físicamente que los galos que vivían en el territorio de la Francia moderna. Estas tribus llamadas germánicas por los romanos vivían al norte y al este de los galos.

En la actualidad el término ha sido usado para referirnos a unos grupos étnicos que hablan una lengua germánica, como los noruegos, los suecos, los daneses, los islandeses, los alemanes, los austríacos, los ingleses, los holandeses, los afrikaners, los flamencos, los frisianos y aquellos escoceses que hablan la lengua bajo-escocesa (y no aquellos que hablan el gaélico escocés).

La palabra latina "Germani" (plural de Germanus) parece que fue registrada en una inscripción de un Fasti Capitolini (un calendario que registra las fiestas) del año 222 antes de Cristo. Parece que es una palabra de origen galo (celta) que, posiblemente, derive de las palabras ger = cerca y mani = hombres. Entonces significaría vecinos.

Algunos pueblos germánicos (evidentemente no todos) se desplazaron al sur, al este y al oeste, produciendo lo que se denominó las invasiones germánicas. Al parecer, la causa fue un endurecimiento del clima, que empezó en el año 850 a. C., pero que se intensificó en el año 760 a. C. Es indudable que los protogermánicos tuvieran relación con la Cultura de Halsttat, que son los predecesores de los celtas.

Probablemente la zona norte de Europa fue visitada por comerciantes fenicios, griegos y tartésicos. Sin embargo, hay una cierta confusión de nombres, ya que los griegos no les llamaban germanos (ese nombre es de origen romano y posterior), sino galos o escitas (o incluso cimerios, denominación usada por Herodoto).

La confusión de nombres aumentó cuando Julio César llamaba germánicos tanto a algunos pueblos galos (por ejemplo, llamaba germánicos a los belgas, que en realidad eran galos y cuya tribu principal eran los eburones) como a germánicos. Un ejemplo:
"...all the rest of the Belgae were in arms; and that the Germans, who dwell on this side of the Rhine, had joined themselves to them." Traducido: "... todos los demás belgas estaban armados; y los germanos, que moraban a este lado del Rin, se habían unido a ellos."
Los romanos también llamaban germanos a los samartianos y a los escitas, ambos pueblos provenientes de Persia, actual Irán y que emigraron a las actuales Polonia y Ucrania. Los dos pueblos eran de origen indoeuropeo o, al menos, hablaban un idioma indoeuropeo. Y en el suroeste de la actual Alemania y el este de Suiza, es decir en esa zona alpina, vivían varios pueblos celtas.

En la actualidad, la palabra germano o germánico se usa para denominar a aquellos pueblos que hablan un idioma germánico. Pero en la época romana se utilizaba este término, tal como hemos dicho, para hablar de aquellos pueblos que vivían al norte del Danubio y al este del Rin. Me interesa recalcar esta diferencia.

LA GERMANIA DE JULIO CESAR


Julio César aseguró que las tribus germánicas que se encontró daban primacía a la guerra sobre la religión o la vida doméstica. A diferencia de los celtas, la religión germánica carecía de una clase sacerdotal y se centraba en la veneración de la naturaleza. César también afirmó que los varones dedicaban todas sus energías a conseguir un nombre destacado en las batallas.

César también describe la economía pastoral de las tribus seminómadas germánicas. También describe el desprecio de los germanos de las riquezas y los lujos, viviendo de las conquistas y las rapiñas. En este aspecto contrasta la falta de apetito de los germanos por la dolce vita con la de los romanos. También contrasta la belicosidad de los germanos con la carencia de esta en los más civilizados galos. En palabras del propio César:
"Antiguamente había una época en la que los galos sobrepasaban a los germanos en valor, y libraban guerras ofensivas contra ellos y, debido al gran número de sus gentes y la escasez de sus tierras, enviaban colonizadores a cruzar el Rin... pero la proximidad de la Provincia [romana de la Galia] y el conocimiento de las comodidades de los países allende del mar, los galos tendieron a la lujuria así como a la civilización. Acostumbrados poco a poco a verse superados y derrotados en muchos encuentros, ya ni siquiera se comparan ellos mismos en valor con los germanos."

LA GERMANIA DE TÁCITO


Otro romano  que describió a las tribus germanas fue Cornelio Tácito (55-120), que escribió un libro llamado Sobre el origen y territorio de los germanos, pero que habitualmente se le conoce como Germania. La diferencia temporal con César fue de 155 años, ya que este último nació en el año 100 a. C. La historia que cuenta este romano sobre los germanos es más objetiva que la de César. De sus fuentes, Tácito solo menciona a César, pero hay que añadir como fuentes suyas a Plinio el Viejo, así como a otros historiadores y geógrafos. En ningún lado consta que Tácito conociera a ningún germano y, por ello se supone que debió recoger las impresiones de mercaderes, soldados y viajeros en general que hubieran visitado el otro lado del Rin.

En una primera parte de su libro (capítulos 1 al 27) describe las tierras, las leyes y las costumbres de los germanos en general, mientras que en los capítulos siguientes describe a las distintas tribus germanas, empezando por las que viven más cerca del Impertio Romano y terminando con las que viven más lejos, es decir, en el báltico.

En un pasaje poco afortunado, sobre todo por la interpretación que los nacionalistas alemanes le dieron en la segunda mitad del siglo XIX y en la primera del siglo XX, describe a los germanos (capítulo 2) como una nación distinta, no una simple mezcla de sus vecinos, ya que nadie desearía vivir en una tierra con un clima tan horrible como el de Germania. Los describe como altos y fuertes, con piel clara, ojos azules y pelo rojo (capítulo 4). Es decir, como un pueblo con unas características físicas muy distintas a las de los romanos. Esto fue tomado como un reconocimiento de la pureza racial de los germanos. Una vez extraido la cita de su contexto, esto es lo que parece que dice, pero Tácito contrasta en el libro el vigor y la virtud de los "barbaros" con la decadencia y debilidad de los romanos. Tácito describe la estirpe impoluta de los germanos, que no se casan con otras razas, "un pueblo peculiar y puro como ningún otro." Teniendo en cuenta lo que hoy se sabe sobre el contacto y las mezclas entre celtas y germanos, y las lealtades fluidas entre los distintos pueblos germánicos, la descripción que hace Tácito de la pureza racial de los germanos es dudosa.

En el capítulo 7 asegura que los castigos son administrados por la clase sacerdotal (contrasta con la información proporcionada por César de que los germanos no tenían sacerdotes). En el capítulo 8 asegura que la opinión de las mujeres es tenida en cuenta.

La descripción que hace Tácito de las tácticas militares germanas es muy fiable. Según Tácito, las tribus germanas eligen a sus jefes guerreros según sus méritos y valor en la batalla. Más aún, los líderes germanos no ejercen una autoridad abritaria excesiva.
"Eligen a sus reyes según su tierra de nacimiento, y a sus generales en base a su coraje. La autoridad de sus reyes no es ilimitada o arbritaria, y los generales hacen más con el ejemplo que dando órdenes. Lideran a su pueblo porque son enérgicos y admirados, y porque luchan en el frente de batalla"
Para Tácito, el secreto de la formidable energía militar de los germanos podría ser la cohesión de su sociedad tribal. El autor romano mantiene que, a diferencia de las legiones imperiales de Roma, las bandas guerreras de germanos estaban compuestas de clanes y familias, y sus guerreros peleaban al lado de sus parientes, rivalizando por obtener su respeto. En esa sociedad guerrera los hombres buscan la estima de sus iguales a través de actos visibles de valor, cada uno tratando de rivalizar con el vecino en actos de valentía. Los jóvenes guerreros tratan de ganarse el respeto de sus parientes y el reconocimiento del jefe, quién repartía los objetos obtenidos del saqueo en relación al valor de sus guerreros. Podemos decir que era una sociedad meritorática. Según Tácito, los guerreros germanos llevaban a sus mujeres y niños al campo de batalla, siempre en retaguardia. A consecuencia de ello, los guerreros germanos obtenían más valor de las exhortaciones de sus mujeres, y mayor ferocidad del conocimiento de que defendían a sus familias de la masacre y la esclavitud.
"El mayor incentivo a la valentía es que ni el azar ni la agrupación desordenada [de los germanos] hace menos que la escuadra o la cuña [formaciones militares de ataque de las legiones romanas], sino que se ven acrecentados por la familia y el parentesco. Cerca de ellos están sus seres más queridos, oyen los lamentos de sus mujeres y los llantos de sus niños. Detrás de ellos están los ojos más preciosos de los hombres, sus testigos más valorados y los elogios que más ambiciona."
Continuando con su éxamen de las bandas guerreras tribales, Tácito también discute la naturaleza igualitaria de la vida política en las tribus germánicas en contraste con la dominación autócrata de los emperadores romanos. Según Tácito, las tribus germánicas realizaban asambleas periódicamente para deliberar sobre asuntos importantes. Mientras los jefes tenían el derecho de hablar primero, cada guerrero disfrutaba del derecho a dirigirse a la asamblea antes de que se tomaran decisiones por asentimiento mutuo. La cohesión de las bandas guerreras germánicas también fue mantenida mediante espléndidos banquetes con mucho alcohol, donde los guerreros disfrutaban de los botines obtenidos en la batalla y de la generosidad de sus jefes.

Si bien el tratamiento de Tácito de los ritos religiosos de los pueblos germánicos, basados en descripciones romanas anteriores, arroja poca luz sobre sus creencias, su relato de sus costumbres maritales alaba su moral: "El vínculo matrimonial entre ellos es estricto. No hallarás nada más digno de elogio". Para Tácito, la fidelidad marital de los pueblos germánicos es loable, en marcado contraste con la decadencia que el aristócrata romano percibía en los hogares del Imperio. Según Tácito, las tribus germánicas son monógamas y castigaban el adulterio con mucha dureza. Incluso la dote compartida por la joven pareja refleja el espiritu marcial de los germanos, ya que el novio entregaba a la novia "un escudo, una lanza o una espada, bueyes, un caballo y una brida," como regalo matrimonial y, ella misma, aporta, a su vez, alguna pieza de armadura a su marido.

La opinión de las mujeres era tenida en cuenta. En el capítulo 45 Tácito menciona que en la tribu escandinava de los suevos, el sexo que gobernaba era el femenino.

En los últimos capítulos de su libro Tácito describe las características de las distintas tribus germánicas y su localización. https://en.wikipedia.org/wiki/Germania_%28book%29

https://en.wikipedia.org/wiki/Germanic_peoples enlace

lunes, 12 de enero de 2015

Los pueblos germánicos Introducción


[El Hermannsdenkmal, un monumento construido en la parte sur del Bosque de Teutoburgo y dedicado a Arminio (Hermann), está situado en Renania del Norte-Westfalia (occidente de Alemania y frontera con Francia). El monumento conmemora al jefe de los queruscos, Arminio, que venció a las legiones romanas en la batalla del Bosque de Teutoburgo. Este monumento se convirtió en un punto de adoración y encuentro de los nacionalistas alemanes desde su construcción en 1875. A pesar de esta parafernalia nacionalista, hay bastantes indicios de que tanto los queruscos como su jefe Arminio podrían ser celtas.]

ANTECEDENTES


Mientras Julio César y sus legiones humillan a los pueblos celtas durante su campaña gala, un pueblo guerrero que llegó a la región de Europa Central desde el este durante el siglo I a. C. pronto demostraron la dificultad de vencerles. A lo largo de las fronteras (limes) naturales que representan los rios Rin y Danubio, esos pueblos conocidos como las trubus germánicas, construyeron una sociedad marcada por su naturaleza igualitaria y por su poder bélico. Si bien Julio César había conquistado la Galia y la había anexionado al Estado romano como Provincia, eso no significaba que la situación fuera definitivamente pacífica en todo su territorio. La provincia tenía una larga frontera con Germania, y los pueblos germanos, que estaban tan habituados a guerrear, la atravesaban constantemente, sembrando la destrucción no sólo entre los galos, sino entre los propios romanos que empezaban a asentarse en la Galia. En 16 a. C. un ejército formado por tropas de los sicambrios, téncteros y usípetes tendió una emboscada al ejército del gobernador Marco Lolio y lo derrotó, provocando incluso la pérdida del estandarte de la Legio V Alaudae (el águila imperial), lo que por entonces era considerado motivo de vergüenza militar. Según Veleyo Patérculo, esta larga campaña daba muestra de la «ferocidad» y sentido de la independencia del pueblo suevo.

Como reacción a todas estas incursiones, Roma comenzó operaciones de castigo en territorio transrenano. Druso avanzó hacia el este hasta los márgenes del río Elba mientras que Tiberio combatió durante tres años al rey de los suevos, Marbod, tras reunir un enorme ejército compuesto por diez legiones, setenta cohortes de infantería auxiliar, catorce alas de caballería y un gran número de aliados, esto es, cerca de 100.000 hombres. Aunque los ejércitos romanos cruzaron el Rin y llegaron al Elba, no se puede pensar que ejercieran un dominio sobre todo ese territorio, sino más bien sobre algunas zonas dispersas y por ello debían mantener una fuerte presencia militar en el área. Al final acabaron retirándose a sus posiciones tras el Rin, que fue durante varios siglos, la frontera entre romanos y germanos.

La Batalla del Bosque de Teutoburgo (en alemán Schlacht im Teutoburger Wald, Hermannsschlacht or Varusschlacht), descrita en latín por los historiadores romanos como clades Variana (el desastre de Varo) en la Selva o Bosque de Teutoburgo en el año 9 d. C., cuando una alianza de tribus germánicas emboscaron y destruyeron por completo tres legiones romanas y sus legiones auxiliares dirigidas por Publio Quintilio Varo. La alianza anti-romana fue dirigida por Arminio, quién había adquirido la ciudadanía romana y recibido una educación militar romana, lo que le permitió engañar al comandante romano y prever las respuestas tácticas del ejército romano.

PUBLIO QUINTILO VARIO


Varo fue un militar romano cuyo padre, Sexto Quintilio Varo, militó en la guerra civil romana y quizás estuvo implicado en el asesinato de Julio César. Sexto se suicidó tras la Batalla de Filipos. Se da la coincidencia que Varo se suicidó en la Batalla de Bosque de Teotoburgo en el año 9, tal como veremos a continuación. Su nombre se escribe en ocasiones como Varro.

Varo provenía de una familia patricia pero arruinada y que no jugaba ningún papel importante en Roma. Su padre, Sexto Quintilio Varo fue questor en el año 49 a. C., y después senador. Mientras estaba en este puesto, se alineó con el Partido Senatorial (o Republicano) en la guerra civil contra Julio César.

Varo, a pesar de la afiliación de su padre con el bando republicano, debió su ascenso al favor del emperador Cayo Julio César Augusto (63 a. C. - 14 d. C.), también llamado «Octavio», «Octaviano» o «Augusto», del cual se mostró partidario muy pronto, reforzando los lazos mediante su matrimonio con la hija de Agripa, Vipsania Marcela Agrippina, su segunda esposa de tres, que a su vez, era nieta del emperador. Así consiguió la amistad del propio Augusto y de su suegro Agripa, siendo Varo el encargado de leer el elogio fúnebre de éste.

Fue elegido cónsul en el año 13 a. C., para ser nombrado después procónsul en África (del 8 al 7) y legado propretor en Siria (del 7 al 6). Fue un gobernador duro que aumentó mucho los impuestos. En Judea sofocó duramente el levantamiento judío tras la muerte de Herodes I El Grande (4 a. C.), consiguiendo una importante fortuna personal. Después de ocupar Jerusalem, crucificó a 2.000 rebeldes judíos. Como suele ocurrir en estos casos, su dura manera de gobernar fue una de las causas del creciente sentimiento anti-romano en Judea. Los registros arqueológicos demuestran las masivas protestas contra la crueldad de Varo. Además se benefició económicamente de su gestión. Un historiador antiguo resumió su etapa de gobierno en Siria diciendo "Llegó pobre a una provincia rica y salió rico dejando una provincia pobre".

Mientras tanto, entre el 10 y el 6 a. C., Tiberio, su hermano Druso, Lucio Domitio y Germánico Julio César lideraron amplias campañas en Germania, que entonces comprendía el área al norte del Danubio superior y al este del Rin. en un intento de expandir las fronteras del Imperio Romano hacia el este y hacia el norte.

Augusto lo envió en el año 6 como legado a la provincia de Germania Magna, zona que había sido añadida al imperio tras las incursiones de Druso primero y Tiberio después, pero esa dominación era más nominal que real y Varo debía afianzar el dominio y recaudar impuestos. Sin embargo, su extrema codicia, su falta de sensibilidad y el uso de métodos de romanización demasiado expeditivos le hicieron incurrir en diversos errores de gobierno, que le llevaron finalmente a provocar el descontento general y a convertirse en una figura muy impopular entre la población germana. Dión Casio señalaba que un jefe germano, que había participado en otra rebelión anterior, ya había dicho "Vosotros los romanos os buscáis los problemas solos. No enviáis perros y pastores para vigilar vuestros rebaños, sino que colocáis lobos hambrientos".

Las últimas horas de Varo las vamos a relatar a continuación. https://en.wikipedia.org/wiki/Publius_Quinctilius_Varus

ARMINIO


Arminio era un germano romanizado que había obtenido la ciudadanía e incluso el grado ecuestre. Era el jefe de uno de los contingentes militares auxiliares romanos, es decir, que combatió al lado de los romanos hasta que un buen día, agarró un cabreo de mil pares de cojones y engañó a sus jefes romanos. La causa de semejante cambio de actitud puede ser por la ineptitud de los romanos en general o de Varo en particular. En la segunda mitad del siglo XIX los nacionalistas alemanes lo convirtieron en un héroe germano, pero la pura realidad es que cambió de bando. Sus razones tendría para hacerlo.
El nombre del jefe de los queruscos, Arminio (Arminius), es una variante latinizada del nombre germano Armin (Armen). Muy posteriormente, el nombre Hermann (‘hombre de guerra’ o guerrero) fue considerado una traducción del latín Arminius, probablemente por el reformador religioso Martín Lutero (1483-1546), quien quería usarlo como un símbolo de la lucha de los germanos contra Roma.

LOS QUERUSCOS


Los queruscos (en latín, Cherusci; en alemán: Cherusker) fueron una tribu germánica (tomando el calificativo romano) que habitó partes del valle del Rin y el norte de las llanuras y los bosques del noroeste de Alemania, en la zona comprendida entre la actual Osnabrück y Hanóver, durante el siglo I a. C. y el siglo I d. C. Posteriormente fueron absorbidos por la confederación tribal de los francos, un pueblo germano que construyó un reino en la Francia oriental. Su nombre se refiere a un ciervo (alemán: Hirsch), más precisamente a su cuerno, que en galo se decía Kern, nación a la que probablemente, lo que evidencia la íntima relación entre algunos pueblos galos y algunos pueblos germánicos.

La primera mención histórica de los queruscos ocurre en el libro 6.10 de Julio César, Comentarios a la guerra de las Galias, que relata los acontecimientos ocurridos el 53 a. C. César relata que cruzó el Rin de nuevo para castigar a los suevos por el envío de refuerzos a los tréveros o treviros. Menciona que el bosque Bacenis (Silva Bacenis) separaba el territorio de los queruscos del de los suevos. En el 12 a. C., los queruscos y otras tribus de lo que para los latinos era la Germania, fueron subyugados por los romanos.

Roma trató de ampliar sus territorios en el norte de Europa, más allá del Rin, explotando las divisiones dentro de los queruscos, tal como hizo primero con los galos, y durante algún tiempo la tribu se la consideró un aliado romano. En este momento, la tribu se dividió entre Arminio (conocido en el moderno alemán como "Hermann der Cherusker", aunque su nombre más probable sería Armin) y Segestes (valga notar que este último nombre también acusa origen galo, ampliamente difundido en las Galias). Arminio abogó por romper la lealtad a Roma y declaró su independencia, mientras que Segestes quiso permanecer fiel. Alrededor del 8 a. C., Arminio había ganado la delantera y comenzó a planificar la rebelión. Segestes advirtió reiteradamente a Publio Quintilio Varo, el gobernador de la Galia, de que la rebelión estaba prevista, pero Varo se negó a actuar hasta que la rebelión hubiera estallado.

LAS CAUSAS


Las causas últimas de la rebelión, además del ánimo independiente que caracterizaba a los germanos según los autores clásicos, hay que buscarlas en el intento que hizo el propio Varo por imponer el sistema jurídico romano y por una excesiva presión impositiva. Según las fuentes, Varo trabó particular relación con los queruscos (tribu que ocupaba la zona en torno a la moderna ciudad de Hannover), incluido un destacado joven de ella, Arminio, de 25 años; éste era jefe de un contingente de auxilia, y, además, ciudadano romano y miembro de la clase de los equites. Quizás por ello Varo no adivinó que el germano lo veía como un invasor y conspiraba contra él con los jefes de otros grupos germanos: marsos, chatti y brúcteros. Algunos de los jefes trataron de prevenirle, pero Varo prestó más atención a Arminio y los queruscos, llegando a conceder a los conspiradores destacamentos de legionarios, bajo la excusa de que los necesitaban para guarnecer ciertos puestos y escoltar los convoyes de suministro para el ejército romano.

LA BATALLA


Cuando acabó el verano y llegó el momento de levantar los cuarteles para trasladarse hacia el Rin a fin de pasar el invierno, recibió un informe acerca de un levantamiento local que le indujo a dar respuesta inmediata, en la mejor tradición romana, aunque tenía que efectuar un rodeo hacia el noroeste a través de una agreste región boscosa al frente de un ejército entorpecido por una enorme cantidad de equipaje, y al que había que añadir una buena cantidad de civiles que seguían a las legiones en sus desplazamientos (desde comerciantes de todo tipo a prostitutas) amén de esclavos personales y algunas de las familias de los oficiales.

En este contexto se produjo la emboscada: Tanto Arminio como los exploradores germanos habían abandonado la formación, y la columna romana avanzaba muy lentamente debido a la cantidad demasiado grande de hombres, sirvientes y equipajes y además posiblemente iban derribando árboles y haciendo senderos y caminos sobre los pantanos, hasta que llegaron a un espeso bosque.

Al parecer, los germanos habían cortado los troncos de los árboles a los lados de la marcha del ejército romano, aunque de tal manera que aún se sostenían en pie, y aprovechando que se desató una tremenda tormenta, los empujaron de tal modo que cayeron sobre las legiones provocando el consiguiente desorden en sus filas. Aprovechándose de dicho desconcierto, los germanos se lanzaron al ataque, en primer lugar mediante una lluvia de flechas, pero una vez sembrada la confusión, se trabaron en un cuerpo a cuerpo que los romanos no pudieron resistir debido al desorden que no les había permitido formarse correctamente. Los hallazgos arqueológicos en Kalkriese parecen apoyar esta versión de Dión Casio y señalar un primer choque, quizá contra el destacamento del legado, pero, según este autor latino y otras fuentes, Varo no murió ese día.

Tras el primer asalto que, aunque debió haber sido una gran sorpresa, no pudo ser de la contundencia necesaria para vencer a tres legiones compuestas de profesionales que no podían ser derrotados de un solo golpe, ni siquiera cuando estaban siendo atacados en terreno difícil, las legiones intentaron reagruparse y salieron a terreno despejado. pero en cuanto penetraron de nuevo en los densos bosques que les rodeaban, los germanos volvieron al ataque. El pesado equipo de las legiones (el scutum, dos pila, la espada, la lorica, etc.) era muy apropiado para los enfrentamientos en terrenos despejados, pero en lugares como Teutoburgo no eran más que estorbo. Sin embargo, los germanos mucho más ligeramente armados tenían una movilidad mayor que les permitía atacar y alejarse rápidamente antes de sufrir considerables daños.

Ante esta situación el jefe de la caballería romana, Numonio Vala, perdió la calma y huyó a la cabeza de su regimiento con la esperanza de alcanzar el Rin, pero tanto él como su destacamento fueron alcanzados y aniquilados. Varo fue herido y se dio cuenta de lo que le harían los germanos si lo capturaban con vida. Para evitar tal destino, se suicidó, y algunos miembros de su Estado Mayor siguieron su ejemplo. Los dos legados que quedaron al mando no sobrevivieron mucho tiempo: uno de ellos, Lucio Egio, ofreció equivocadamente una capitulación, que se convirtió en matanza, y el otro, llamado Cejonio, cayó luchando cuando los queruscos entraron al asalto de su campamento, que había formado con carros de la impedimenta. Los germanos quemaron el cadáver de Varo, le cortaron la cabeza y se la enviaron a Augusto en Roma, donde a pesar de todo, fue enterrada con honores en el panteón familiar.

El resto de las tropas, diseminadas y sin oficiales o jefes, intentaron una retirada que les llevó a pasar por la plaza fuerte de los germanos, en las laderas de la colina Kalkriese, lugar cercano a la actual Osnabrück, pero no debieron haber podido destruir la posición germana. Los restos arqueológicos sugieren que hubo luchas al pie de la colina y que los legionarios siguieron a lo largo de la elevación, por lo que los guerreros germánicos debieron haber matado a muchísimos de ellos desde arriba. El registro arqueológico indica que debió haber luchas en el desfiladero y que los romanos fueron expulsados; los legionarios abandonaron el bagaje o lo quemaron y los grupos dispersos por la región fueron cazados y exterminados a lo largo de las jornadas siguientes.

El joven oficial Casio Querea, que se haría famoso en la Historia por matar al emperador Calígula, dirigió la huida de algunos legionarios amparados por la oscuridad de la noche, gracias a los cuales se conoció la historia del desastre. Es imposible calcular las bajas que se produjeron en uno y otro campo. Las romanas debieron ser enormes, ya que las legiones estaban compuestas por unos 5.000 a 6.000 hombres, mas las cohortes auxiliares y los civiles: la mayoría fueron muertos o capturados y ofrecidos como sacrificio, como era costumbre entre los pueblos germanos y celtas. En cuanto a las bajas germanas, resultan absolutamente incuantificables.

LAS CONSECUENCIAS


La clades variana ('la derrota de Varo') alteró al Emperador Augusto más que ninguna otra cosa en su larga vida. El historiador romano Suetonio señaló que aquél se tomó el desastre tan a pecho que «siempre celebró el aniversario como un día de profundo pesar» y «a menudo se golpeaba la cabeza contra una puerta y gritaba: "Quintili Vare, legiones redde! = ¡Varo, devuélveme mis legiones!". Se extendió un temor a que la derrota provocara una invasión de los germanos y una rebelión de los galos —que no se produjo—, ante lo que el emperador Tiberio, sucesor de Augusto, tomó medidas enérgicas: destituyó a todos los germanos y galos que había en su guardia personal y adoptó la decisión de mandar a su sobrino Julio César Germánico a rescatar las águilas de las tres legiones (objetos sagrados para los romanos) enviándolo al mando de ocho legiones (unos 50.000 hombres), para hallar el lugar de la batalla, dar a los muertos el destino necesario, recuperar lo posible y, sobre todo, para no dar una imagen de debilidad. Germánico cumplió con todo lo encomendado, en especial encontrando el sitio del desastre.

Julio César Germánico, aunque no logró capturar ni matar a Arminio, lo derrotó en la batalla de Idistaviso y aplastó su levantamiento. Tras recuperar los objetos sagrados (sobre todo, los estandartes, de los que recuperó dos), volvió a Roma en triunfo y depositó las águilas y demás objetos encontrados en el Templo de Júpiter.

El sitio exacto de la batalla de Teutoburgo fue desconocido durante mucho tiempo, habiéndose propuesto un gran número de emplazamientos posibles. El historiador alemán Theodor Mommsen ubicó la batalla cerca de las fuentes del Hunte, al norte de Osnabrück y lejos de las colinas; pero la mayoría de los eruditos preferían algún sitio en la parte central de la cadena montañosa boscosa de Teutoburgo (de 110 km de largo y de unos 10 km de ancho).

Hasta que en 1987 un arqueólogo aficionado británico, Anthony Clunn, halló 162 monedas romanas conocidas como denarios y tres bolas de plomo del tipo usado en las hondas del ejército romano, y la posterior investigación a cargo de los arqueólogos profesionales dirigidos por Wolfgang Schlüter, condujo a una prueba convincente de que la batalla tuvo lugar al norte de la colina Kalkriese, (52°24'23''N 8°07'50''E) entre los pueblos de Engter y Venne, en el borde norte del bosque de Teutoburgo (Teutoburger Wald), 15,5 km al nornoroeste de la moderna ciudad de Osnabrück (180 km al noreste de Colonia, Alemania). El sitio es uno de los pocos lugares donde los arqueólogos han descubierto el lugar de una batalla histórica. Estas excavaciones y los hallazgos efectuados han contribuido decisivamente a la comprensión de lo que pasó en la emboscada.

En el lugar de la emboscada se ha construido un museo que alberga buena parte de los descubrimientos hechos en las excavaciones, así como representaciones de la batalla y dioramas.

Cabe decir que la batalla fue realmente importante, pero menos de lo que tradicionalmente se ha venido en considerar, la provincia fue fortalecida mediante un sistema de empalizadas y torres de vigilancia, alternados con auténticos campamentos legionarios, lo que se denominó limes, desde donde examinaban con atención los acontecimientos transrenanos y, de vez en cuando, hacían incursiones en terreno germano.

El prestigio militar de Roma no se vio en realidad muy mermado, ya que lo recuperó en gran medida gracias a las expediciones y victorias de Julio César Germánico, pero la matanza sí constituyó un hecho luctuoso de gran magnitud, y en su momento incluso de alarma, hasta tal punto que los números de las legiones derrotadas (XVII, XVIII y XIX) jamás fueron vueltos a utilizar en toda la historia militar del Imperio romano.

Mucho antes de que Hitler llegara al poder, incluso mucho antes de nacer este demonio, la Batalla de Teutoburgo ya se había consagrado como un mito para los nacionalistas alemanes. En el contexto del surgimiento nacionalista alemán de la segunda mitad del siglo XIX, los propagandistas convirtieron a Arminio y a Varo en símbolos de una eterna oposición entre los «nobles salvajes» germánicos y sus enemigos latinos, evocando la rivalidad entre el Imperio Alemán y Francia afirmada tras la Guerra Franco-prusiana en 1870. En 1875 se construyó en Grotenburg33 una estatua de Arminio de 17 m cuya espada apunta hacia Francia, el eterno enemigo alemán, obra de E. von Bandel, sobre un pedestal de 30 m, conocida popularmente por el nombre de Hermann (versión alemana de Armin o Arminio).

CONCLUSIÓN


Aunque los nacionalistas alemanes construyeron un mito sobre Arminio, la verdad es que este hombre era un germano romanizado que se rebeló contra sus patrones romanos por el maltrato de Varo. El nacionalismo, uno de los padres del fascismo, tergirversó completamente la historia hasta construir el mito del luchador nacionalista sobre el mito de un germano que se rebeló únicamente por tener un jefe pésimo. Por eso me he explayado sobre el gobierno de Varo en la provincia romana de Siria. El nacionalismo es una construcción político ideológica del siglo XIX. La prueba del nueve es que los alemanes siempre vivieron separados y con gobiernos distintos hasta 1871. A los queruscos de Arminio solo les interesaba el bienestar de su tribu, no él del resto de las tribus germánicas, con las que muchas veces se enfrentaban.

Se sabe que Arminio pudo huir. Se rumoreó que entre las tropas auxiiares romanas habían queruscos y que le ayudaron a huir.

Más sobre los celtas

Viene de este post. La escasez de fuentes escritas sobre los celtas que que habitaron territorio alemán nos obliga a hablar sobre los galos franceses, en la esperanza de que sirva para los primeros. La principal fuente escrita es Los comentarios sobre la guerra de las galias, de Julio César. Esta guerra abrió camino a César en su carrera política posterior y fue la principal conquista desde Alejandro Magno. Como es el testimonio de un vencedor es muy parcial, pero contiene bastantes datos etnográficos que nos acerca a los galos.

Una tribu celta aliada de Roma, los Heduos (o Eduos) piden ayuda a César porque han sido derrotados por sus enemigos, los suécanos y los suevos (liderados por Ariovisto). Los suevos, una tribu germánica que había llegado recientemente a la región procedente del Báltico, se sumaron en el ataque a los Heduos. Por otra parte, otra tribu celta, los Helvecios, que habitaban en el territorio de la actual Suiza, fueron empujados a la fuerza por otras tribus germánicas, se desplazaron hacia el oeste. Todos estos movimientos de pueblos celtas y germanos empiezan a amenazar las fronteras norte del Imperio Romano. En el año 58 a. C. Cesar manda una expedición militar contra los suécanos, suevos y helvecios, a los que derrota pronto, pero decide atacar a otras tribus de la zona. Durante los dos siguientes años, César derrota y masacra salvajemente a varias tribus galas y germánicas que vivián en las Galias. Estas brutales campañas militares se desarrollan en los dos años siguientes, y extiende el Imperio Romano hasta el Mar del Norte, donde los romanos derrotan a los belgas. César incluso invade la Gran Bretaña celta en el año 55.

Entre el 52 y el 51, los romanos sofocan dos revueltas galas en el territorio ocupado. La primera fue llevada a cabo por Ambiórix, jefe de los eburones, una tribu de la que no se ha conseguido determinar si eran celtas o galos. Los eburones vivían en el lado occidental del Rin, hoy territorio alemán. Ambiórix derrotó a una legión romana en la batalla de Adautaca (54 a. C.). Julio César prometió no cortarse el pelo ni bañarse hasta vengar la desparición de la legión. A pesar de la dificultad del terreno, muy boscoso y pantanoso, César arrasó la región con 50.000 hombres (10 legiones), borrando de la faz de la tierra a los eburones y los tréveros. Posiblemente Ambiórix huyó con los eburones sobrevivientes al otro lado del río Rin, aunque no se sabe nada sobre su destino, Catuvolco por su parte se envenenó para evitar el castigo romano.

En la segunda revuelta que sofocó Julio César, el jefe romano derrotó a Vercingetorix, jefe galo de la tribu de los avernos, cuyo nombre significa "los que son superiores". Como siempre pasa, este tipo de nombres pretenciosos no explica nada más que la vanidad de sus creadores.

Vercingetórix fue un gran líder militar, cuya acción está basada en dos principios:
  • mplantación de una resistencia organizada con la capacidad de hostigar sin descanso a los efectivos romanos ubicados en su territorio. Vercingétorix se percató de la dependencia de suministros del ejército enemigo, y a fin de desestabilizarle dirigió una «táctica de tierra quemada».
  • Establecimiento de relaciones diplomáticas con la mayor parte de las tribus galas con el objetivo de unirlas contra el dominio romano.
Sin embargo, Vercingetorix no logró unificar a todas las tribus galas. Julio César logró pactar con varias tibus galas, como los boyos, que se pusieron del lado de los romanos. Los avernos vivían en el Macizo Central, en el centro-sur de Francia, una zona elevada de montañas y mesetas. Durante su levantamiento contra los romanos, Vercingetorix usó una táctica de guerra de guerrilas, con golpes breves y retiradas, especialmente sobre la retaguardia romana. La acción militar con resultado victorioso para los galos fue en el Sitio de Gergovia, capital de los avernos (año 53 a. C.).

Pero fue la batalla de Alesia (octubre del año 52 a. C.) cuando se acabó la Guerra de las Galias. En el asedio a la ciudad, César siguió el mismo plan que siguió Publio Cornelio Escipión Emiliano en el asedio a Numancia. Construyó un muro alrededor de la ciudad y evitó que los galos recinieran agua y alimentos. La victoria, por hambre y sed (134 y 133 a. C.),  Los galos se rindieron, a tiempo para los romanos, pues el ejército galo en ayuda de los sitiados estaba cerca y los romanos estaban al límite sus fuerzas.

La derrota en Alesia se basó en la superioridad logística y armamentística de los romanos, a la falta de entendimiento entre los diversos líderes galos, poco acostumbrados a luchar juntos, y sobre todo, a la demora del ejército de socorro.

Conclusiones:

Hemos hablado sobre los galos porque no hay apenas testimonios escritos sobre los celtas alemanes. Los galos no eran como los romanos, quienes estaban unificados bajo un mando central y eran un solo pueblo. Los galos estaban divididos en tribus, que muchas veces luchaban entre si. Ni siquiera se conoce el número exacto de tribus galas ni sus nombres. Vercingetorix consiguió, en el sitio de Alesia, unir a todas las tribus galas en contra de los romanos (en la batalla de Alesia llegó a tener 80.000 soldados, un número mayor que los 50.000 legionarios romanos), pero evidentemente consiguió la unidad gala demasiado tarde (el ejército de auxilio que había pedido a las otras tribus galas llegó demasiado tarde, y también fue derrotado por los romanos). Julio César se aprovechó de las divisione y peleas entre las tibus galas para conseguir aliados y dividir al enemigo. Ya hemos visto que los Heduos fueron los primeros galos aliados con los romanos en sus disputas, pero no fueron los últimos).

En sus Comentarios sobre la Guerra de las Galias, Julio César asegura que las tribus más belicosas eran las más alejadas de la influencia civilizadora romana:
"De todas ellas, los belgas son los más valientes y están más lejos de la civilización y el refinamiento de nuestra Provincia, y los mercaderes los frecuentan menos, y no importan esas cosas que feminizan sus mentes; y los alemanes son los que les siguen, que viven más allá del Rin y que están continuamente en guerra. Por esta razón los helvecios también sobrepasan al resto de los galos [de Francia] en valor, ya que están diariamente batallando con los alemanes..."
César también descibe a los celtas, como su organización social basada en clanes, la naturaleza igualitaria de sus sociedades, formada por bandas de guerreros lideradas por sus jefes que son los guerreros que se destacan por su valor y que cementan la lealtad de sus tribus mediante espléndidos regalos y banquetes rituales (veáse el final de los tomos de Obélix y Asrerix), impresiones confirmadas por las recientes escavaciones de cementerios celtas. Los arqueólogos han encontrado los restos inhumados de jefes celtas enterrados con decenas de armas, carros de guerra, muchos cuernos de beber, lo que significa que los jefes eran enterrados con su equipo para guerrear y celebrar banquetes en la otra vida.

La religión de los celtas es mucho más desconocida que su organización social. Los celtas no escribían, así que trasmitían su religión por vía oral, lo que obligaba a sus sacerdotes (los druidas) a memorizarla. Sin embargo, los romanos nos dan alguna idea de su religión. Julio César nos da, otra vez, una idea sobre ellos:
"Los druidas no van a la guerra, no pagan impuestos y están exentos del servicio militar. Alentados por estas ventajas, muchos padres envían a sus hijos con los druidas. Se dice que aprenden un gran número de versos. Algunos están en este período de aprendizaje hasta veinte años. Aunque suelen escribir con caracteres griegos sus transacciones comerciales, no escriben sus leyes. Me parece que esta práctica se debe a dos razones: no desean que sus doctrinas sean divulgadas entre la masa del pueblo [...]; y cómo suele ocurrir entre aquellos que saben leer, no ejercitan su memoria.

Ellos desean inculcar como uno de sus rincipales postulados, que las almas no se extinguen, sino que pasan después de la muerte de un cuerpo a otro, y piensan que con este principio, los guerreros acrecientan su valor, ya que ignoran el miedo a la muerte."
Está claro que los celtas creían en la reencarnación.

De acuerdo con escritores romanos, como Plinio el Viejo (alrededor del 23 d. C. - 79 d. C.), parece ser que los druidas eran tanto sacerdotes como monjes, presidían los ritos religiosos y preservaban la religión celta memorizando miles de versos sagrados. Los druidas también practicaban el animismo, la doración de los espíritus de la naturaleza, y se reunían en encinares sagrados esparidos con muérdago. Los romanos también describieron a los druidas como adivinos, que predecían el futuro observando el vuelo de las aves, y a través del éxamen de las entrañas de los animales sacrificados en rituales sagrados. Los druidas tenían un gran prestigio entre su pueblo. Según los romanos, los druidas también realizaban sacrificios humanos. Los rmanos prohibieron la religión celta y, cuando llegó a fines del siglo I a. C., esta ya había desparecido y no sobrevivió ningún escrito celta sobre su religión.

Hemos visto que César se enfretó a una tribu germana, los suevos, en el territorio de la actual Francia. Estos habían cruzado el Rin, rio que los romanos convirtieron en frontera entre ellos y los pueblos germánicos. Las próximas entradas están dedicadas a las tribus bárbaras germánicas.