Presentación

Este blog pretende ofrecer una historia muy sucinta de Alemania y Austria, pero sobre todo del primer país, y centrada sobre todo en los dos últimos siglos, desde la invasión napoleónica.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Introduccion: Otras cosas importantes que debemos conocer de Alemania


Alemania ocupa una parte central en Europa. Sus límites geográficos, al norte, da con el mar Báltico y el mar del Norte, y al sur, con Suiza y la parte más montañosa de Austria, es decir, los Alpes. Esto significa que, para viajar del este al oeste o viceversa, hay que atravesar Alemania, excepto que uno quiera bordearla por el norte, viajando en barco del Mar del Norte al Báltico (costeando la península de Jutlandia), o atravesando los Alpes. Pero es más rápido, más corto y menos costoso atravesar las llanuras alemanas, que no presentan ningún obstáculo geográfico. Este simple hecho geográfico ha hecho de Alemania un lugar de tránsito, de comunicación este oeste. Este hecho, que Alemania ocupa el 'centro del tablero' europeo, ha sido fundamental en la historia alemana, pero también europea. Es más, Austria, aunque cabeza del imperio austrohúngaro, al estar más al sur, no ha sido tan importante en el tablero geoestratégico europeo como Alemania.

Los homínidos pasaron por territorio de la actual Alemania camino de la Europa Oriental. Los primeros homínidos vivieron en esas tierras desde hace cinco millones de años. El primer resto de Neandertal se encontró en un yacimiento en el valle de Neander. Este homo neanderthalensis vivió en Europa desde unos 230.000 años atrás, hasta hace 28.000 años atrás. El comienzo de la historia del hombre de Neandertal es también el inicio de la paleoantropología. En agosto de 1856 fue descubierto el espécimen que luego sería conocido como Neandertal 1. El lugar fue la cueva Feldhofer en una zona encañonada del valle del río Düssel, cerca de Düsseldorf, Alemania, que se llama valle de Neander (en alemán Neandertal), tomado del compositor y teólogo Joachim Neander. Este descubrimiento se realizó tres años antes de que Charles Darwin publicara El origen de las especies. Hace 40.000 años se encontraron con los Cro-magnon, hoy llamados homo sapiens. Los más recientes descubrimientos arqueológicos realizados en Alemania son de una población que hace 35.000 años ya conocía la música. Durante la Edad de Bronce, los celtas migraron al centro de Europa. Siglos después los pueblos germánicos, que venían del este, se asentaron en el centro de Europa, suplantando poco a poco a los pueblos celtas. Del idioma que hablaban derivan los idiomas germánicos, entre ellos el alemán y el inglés. Tanto los celtas como los pueblos germánicos entraron e contacto con los romanos. Algunos escritores romanos reflejaron sus opiniones sobre ellos en sus escritos.

Los visgodos, que procedían del sur de la península escandinava, pasaron por Alemania camino de la península balcánica y, después, camino de la península Ibérica. Los hunos de Atila pasaron por los territorios de la actual Alemania para ir a conquistar Roma, desplazando a varios pueblos germánicos. Aunque los vikingos no atravesaron el actual territorio alemán, establecieron asentamientos en su costa norteña desde el mismo siglo VIII en que comenzó su expansióm. Napoleón pasó por Alemania camino de Rusia. La contribución de Prusia a las batallas contra Napoleón fue muy importantes, aunque también fue importante la de Austria.

Los pueblos germanos o germánicos tienen una misma raíz y provienen del norte de Europa. En su origen son un mismo pueblo que hablaban un mismo lenguaje. Sin embargo, y pese a las elucubraciones mentales de Hitler y de muchos más pensadores alemanes que le precedieron, la hipotesis más creíble hoy en día es que, los idiomas germánicos provienen de un lenguaje indoeuropeo común que vino del sur de Rusia, de donde los indoeuropeos provenían. Una parte de estos habría migrado a la India y, otro grupo habría emigrado al norte de Europa, fusionándose (tras una previa conquista o no) con los pueblos que alli habitaban. Y estos indoeuropeos (arios, si se les quiere llamar así, un término que a los científicos no les gusta) no eran altos, rubios y de ojos azules, sino un poco más bajos, de piel ligeramente oscura, pelo oscuro y ojos marrones.

Estos pueblos germánicos habrían conquistado gran parte de Europa, incluyendo algunos puntos de la Península Ibérica o del norte de África, pero en gran parte conquistaron y se asentaron masivamente en el centro de Europa, desde el este de la actual Francia hasta los límites con los pueblos eslavos. Llegaron y se fusionaron con la población existente, en algunos puntos con los celtas (como en el territorio de la actual Alemania), y en otros puntos un pueblo previamente mezclado, como en el este de la actual Francia, donde se mezclaron con los galo-romanos, mezcla de galos (otro pueblo celta) y romanos. El nombre de Francia, por mucho que les fastidie a Asterix y Obelix, deriva de los francos, un pueblo germano, oriundo como los demás, del norte de Europa y de habla germánica. Una vez mezclados con la prexistente población galo-romana habrían perdido su lengua madre, adoptando la de los vencidos. Es decir, el mito de la pureza de sangre aria no es más que un mito, pues por lo menos hay muchos alemanes, si no todos, que tiene una mezcla de sangre indoeuorpea y celta.

Algunos pueblos germánicos se instalaron dentro de las limes (fronteras, límites) del Imperio Romano y fueron romanizados. Ya que hemos hablado de los francos, sigamos con ellos. Este pueblo germano habitaba al principio al este del Rhin, en la actual Renania, una zona de Alemania que limita con Francia, Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos. Algunos guerreros francos se enrolaron en el ejército romano que protegían las limes de otros pueblos germánicos. En el siglo IV el emperador Juliano les concedió una zona del imperio, la Gallia Belgica, es decir, Bélgica, Holanda y el noreste de Francia. Los francos se integraron como foederati. De este modo los francos fueron el primer pueblo germánico que se integró en el Imperio Romano. Los francos defendieron las limes del Imperio, enfrentándose a otros pueblos germanos, pero aprovecharon la decadencia romana posterior para ir ocupando tierras más al suroeste, hasta la actual París. 

Con esta acción, los francos conquistaron una gran porción de la Europa cristiana del momento (siglo V). Se creó el reino de los francos, Regno Francorum o Francia (aunque esta palabra era usada muy poco entonces). Le conquistaron las tierras a los visgodos (Reino visigodo de Tolosa, que además de un amplio territorio de la península ibérica, ocupaba el sur y suroeste de la actual Francia) y a los burgundios (reino burgundio, que abarcaba territorios al sureste de la actual Francia, noroeste de Italia y oeste de Suiza).

Con el franco Clodoveo I (Clovis en francés) y que reinó del 481 al 511, se inicia la dinastía de los merovingios, la cristianización de los pueblos bárbaros y la latinización de parte de los pueblos germánicos. El rey se casó con Clotilde, una cristiana, que le convenció de la idoneidad de adoptar esta religión, ya que sus súbditos galo-romanos era cristianos.

El territorio ocupado por los francos-merovingios (481-751) incluye casi toda Francia, Bélgica, Luxemburgo, una parte de Suiza y una parte de Alemania, la más occidental (por eso lo incluyo aquí). El resto del territorio de la actual Alemania estaba bajo el dóminio de tribus germánicas sin civilizar.

Después de Dagoberto I (629-639) vino una sucesión de reyes merovingios débiles ("reyes holgazanes"), cuyos jefes de gobierno llamados mayordomos les reemplazaron en el gobierno. El primero de ellos fue Carlos Martel, fue él que su nombre sirvió para denominar la siguiente dinastía, la de los carolingios. El cargo de mayordomo, en la práctica corresponde al actual Primer Ministro, se convirtió en hereditario, con lo que el hijo de Carlos Martel, Pipino el Breve logró destronar a su rey, Childerico III. Pipino el Breve se convirtió en el primer rey (de los francos) de la dinastía de los carolingios, y gobernó del 751 al 768.

Carlomagno (fue nombrado rey de los francos en el año 768 y Emperador de Occidente en la Navidad del año 800, cargos que ocupó hasta el 814, año en que murió). Derrotó a los lombardos en el norte de Italia, combatió a los musulmanes que amenazaban sus posesiones en el norte de la península ibérica, su lugarteniente Roldán fue derrotado en Roncesvalles, luchó contra los pueblos eslavos, derrotó y conquistó a los sajones, convirtiéndoles por la fuerza al cristianismo y, por último, sentó las bases para la constitución del Sacro Imerio Romano Germánico. Su imperio se desmoronó tras la muerte de su hijo, el rey Luis el Piadoso (Ludovico Pío). Los tres hijos del anterior (Carlos, Lotario y Luis) se dividieron las posesiones en el tratado de Verdún (843).

Aunque es uno de los territorios ocupados por el hombre más antiguos de Europa, Alemania no existió como país hasta 1871, después de una guerra con los franceses. De hecho, es casi un siglo más joven que los Estados Unidos (1776). En 1806, después de la desaparición del Sacro Imperio Romano Germánico, de la que hablaremos en su momento en este blog, lo que hoy es Alemania estaba formada por pequeños principados, ciudades estado libres y estados eclesiásticos y aristocráticos. Voltaire dijo con evidente mala leche que éste no era no era ni sagrado, ni romano ni imperio, lo cual no deja de ser cierto. Para los alemanes de todo ese lapso de tiempo (982-1806) ese pomposo título no significaba mucho, ya que cada familia alemana estaba sometida a los designios de su particular soberano, no del emperador, un pesonaje muy lejano y con muy poco dominio real sobre su Imperio. Aunque las situaciones históricas nunca son comparables, denominar a esa porción de Europa como el Sacro Imperio Romano Germánico es algo similar a si los Reyes Católicos hubieran, tras la conquista de Granada, llamado a sus dominios en la península ibérica como el Sacro Imperio Romano Español.

A pesar de todo lo anterior, el modelo del Primer Imperio o Reich tenía sus virtudes. Los Padres Fundadores de los Estados Unidos, después de su Guerra de Independencia, se basaron en en Sacro Imperio Romano Germánico para fundar su nuevo estado, con una estructura federal e independencia de cada una de sus partes, incluso la de separarse de la Unión, cosa que hoy ya no se da. La virtud del federalismo tuvo como contrapartida el defecto de la debilidad política.

Las reformas liberales impuestas por Francia ocupante del territorio alemán a principios del siglo XIX y la lucha contra las tropas napoleónicas que ocupaban el país condujo a los alemanes a mirar al noreste, en dirección a Prusia, también territorio ocupado entonces, y fue una de las bases del poderio de este país en el siglo XIX. También fue una de las bases de que la unión total (Alemania más Austria) no se alcanzara nunca, salvo durante un breve período en el nazismo.

 El historiador Thomas Nipperdey comienza su monumental obra sobre la Alemania del siglo XIX con esta categórica frase: "En el principio era Napoleón." Como muchos otros aforismo, es cierto en parte. Napoleón obligó a unirse a los dieciseis "pequeños sultanatos" alemanes (así los llamó el Barón von Stein) en la Confederación del Rhin, añadiendo Baviera, Württemberg y Baden con la esperanza de crear una tercera Alemania para compensar Austria y Prusia. Napoleón pretendía crear un tercer estado alemán entre Austria al sur y Prusia al norte para evitar la unión de los alemanes. Al estar Alemania dividida en tres porciones  parecidas en tamaño, era más difícil que una de ellas se impusiera a las otras dos. Napoleón introdujo el Código Napoleónico (leyes), abolió el feudalismo y la servidumbre y estableció la libertad de culto. Le fue otorgada a cada Estado una constitución en la que se establecían el sufragio universal masculino, una declaración de derechos y la creación de un parlamento; se instauró el sistema administrativo y judicial francés; las escuelas quedaron supeditadas a una administración centralizada y se amplió el sistema educativo libre. Cada Estado disponía de una academia o instituto destinado a la promoción de las artes y las ciencias, al tiempo que se financiaba el trabajo de los investigadores.

En su período de máxima extensión (1808–1809), la Confederación del Rhin comprendía 38 Estados, 360.000 km² y 15 millones de habitantes. Bien acogida por el pueblo en un principio e interpretada como un paso hacia la unificación, su popularidad disminuyó a medida que la integración en el Sistema Continental se tradujo en la implantación de duras medidas económicas. Más tarde, una guerra de Prusia (y sus aliados) contra Francia en 1870-71 en la que resultó triunfante el bando alemán condujo a la unidad alemana y al Segundo Imperio (o Reich) Alemán. El entonces Rey de Prusia, Guillermo I, se convirtió en emperador (Kaiser en el idioma nativo) de Alemania.

Prusia, que en 1871 (65 años después de la desaparición del Sacro Imperio) tenía 25 millones de personas y representaba el 60% de la población del entonces naciente estado, no estuvo incluida nunca en el sacro Imperio. Aunque para compensar hubo un tiempo en que Austria si perteneció al Sacro Imperio. En 1910 Prusia tenía 40 millones de habitantes, el 62% del segundo Reich o Imperio. Del dato anterior se deduce que el segundo imperio tenía en 1910 unos 64 millones de habitantes. Si hoy Alemania tiene 80 millones de habitantes y ha perdido algo de territorio (los sudetes, Alsacia y Lorena y parte de Prusia Oriental), Y además ha ganado población gracias a la inmigración de turcos y otros pueblos, uno puede visualizar la cantidad de población alemana que desapareció durante las dos guerras mundiales.

Una vaga noción de la identidad nacional alemana fue articulada por primera vez en el siglo XVIII. Estaba centrada en las peculiaridades lingüisticas y culturales del mundo de habla alemana. Era un concepto abstracto, humanístico, cosmopolita, filosóficamente poco frecuente y apolítico. El odio intenso a los franceses, causado tanto por las guerras revolucionarias como napoleónicas, llegó hasta Hitler, quién en 1924, mientras estaba en prisión por su fallido golpe de estado de la cervecería de Munich, escribió en su Mein Kampf:
"En primer lugar, tendría que haber un ajuste con Francia el inexorable enemigo mortal del pueblo alemán".
Pero poco a poco el cosmopolitismo fue degenerando en un sentimiento arrogante de superioridad cultural. El apoliticismo se convirtió en una obsesión reaccionaria con el pasado mitológico alemán. La rareza fue destilada en una oscuridad impenetrable pero tóxica. Los nacionalistas de nuevo cuño tenían puestas sus esperanzas en que después de las victorias militares contra Napoleón, emergería una Alemania unida y poderosa, y estas esperanzas se estrellaron en el Congreso de Viena (1814-15), donde fueron anuladas por los imperativos de los poderes europeos.

Gran Bretaña y la Francia de la Restauración (del Antiguo Orden) prefirieron aceptar los cambios hechos por Napoleón y completaron su trabajo creando una confederación de los 39 estados restantes, los que no estaban ni con Austria ni con Prusia. Esta carecía tanto de jefe de estado como de un gobierno común, solo tenían una asamblea confederal a la cual los miembros de los diferentes estados enviaban a sus representantes, y Austria enviaba al jefe de la cámara. La solución era aceptable para los austríacos porque ellos eran los jefes de la asamblea, y Metternich aparecía ante sus gentes como el jefe. 

Muchos de los delegados prusianos en la Confederación del Rhin  querían una solución al problema aleman conformando una Alemania más grande, que incluso incluyera a Austria. Esta Gran Alemania debía proteger y, más tarde, absorber a las minorias alemanas en el norte de Italia, Holanda, Luxemburgo, Schleswig, Suiza, Alsacia-Lorena, Polonia y Chequia. Por supuesto, también existe el problema contrario: las minorías eslavas que viven en territorio alemán, principalmente en Prusia oriental. El ejército de Prusia, desde la Edad Media, fue ganando territorio hacia el este mediante la guerra. Los eslavos de las tierras conquistadas fueron incluidos como siervos primero y, una vez abolida la servidumbre, como trabajadores del campo superexplotados por los Junckers, la casta terrateniente y militar que gobernaba, por derecho divino, Prusia. Por otra oparte, los suizos que hablaban alemán son, sobre todo, suizos, y no se hubieran dejado integrar en una Gran Alemania pacíficamente.

Esta idea de la Gran Alemania fue la base del Segundo Imperio o Reich alemán, que se estableció en el año 1871, el mismo año en que los alemanes ganaron a los franceses. Hitler admiraba, aunque reconocía sus defectos, la construcción de este imperio y sus constructores, en espacial, al canciller Birsmarck.

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